Y que invitan a pensar, a ponerse en los zapatos del otro y generar empatías.
Una y otra vez insistimos en que el primer y fundamental paso para luchar contra algunas de las grandes lacras de la humanidad está en la educación: en lo que hemos visto desde la infancia. Racismo, violencia, xenofobia, machismo, desprecio por el medio ambiente… son enormes y pesados conceptos que pueden abordarse fomentando la empatía a través de los cuentos. Hemos escogido cinco historias singulares y atractivas en las que letra e ilustración atrapan e invitan e reflexionar sin caer en superficiales moralinas ya sea colocando, por ejemplo, a una cigüeña como protagonista de un viaje en busca de un nido mejor, utilizando el humor para desmontar prejuicios o insistiendo en lo absurdo de una etiqueta a base de repetir una y otra pregunta y evidenciar que no tiene respuesta.
El viaje de Kalak, de María Quintana Silva (texto), Marie-Noëlle Hébert.
Cuento de luz, 36 páginas, 14,90 €
“A todas aquellas cigüeñas que tienen que dejar su nido, con la esperanza de que encuentren un tejado solidario donde poder realizar sus sueños”. La dedicatoria con la que comienza este viaje es el primer paso para colocarse en el lugar de quien se ve obligado a migrar. En este caso es un grupo de cigüeñas quien lo deja todo en busca de una vida mejor. Acompañándolas en este viaje que narra María Quintana e ilustra Marie-Noëlle Hébert, la historia –recomendada para entre 6 y 10 años– llama la atención sobre dos temas muy actuales: migración e integración. No es el único libro en el catálogo de Cuento de Luz que acerca a los más pequeños a quienes buscan un futuro mejor, es lo que hace también Luciérnagas, de Roberto Aliaga, con las ilustraciones de Miguel Ángel Díez. Cuento de Luz se presenta como “editorial independiente de literatura infantil que publica álbumes ilustrados que inspiran, promueven valores universales, compromiso medioambiental y la educación para la paz”.
Viernes, de Santiago Freire (texto) y Dani Padrón (ilustraciones).
Sushi Books, 2013, 48 páginas, 16 €
Robinson Crusoe naufraga en una isla, pero en este álbum ilustrado no es él quien cuenta lo que allí descubre como ocurre en el clásico de Daniel Defoe (que, por cierto, en 2019 ha cumplido trescientos años desde su publicación), sino que quien toma la palabra es Viernes, el isleño con quien se topa el hombre blanco. Con este cambio de óptica, la historia de Santiago Freire y Dani Padrón (autores de texto e ilustraciones, respectivamente) pone de relieve cuestiones como la amistad, la igualdad o la convivencia entre culturas y hace pensar en lo absurdo de ciertos paternalismos cuando uno se cree dueño de la posición dominante.
Apestoso tío Muffin, de Pedro Mañas Romero (texto) y Víctor Rivas (ilustraciones).
Anaya, 2018, 144 páginas, 12 €
Reconocido con el XV Premio Anaya de Literatura Infantil y Juvenil 2018, incluido en la White Ravens 2018 y en la Lista de Honor OEPLI 2018, este libro se vale del humor y de combinar elementos fantásticos y reales para tejer una singular historia sobre amistad, justicia, prejuicios, falsas apariencias, miedos y aceptación de uno mismo a partir del problema con el mal olor que desprende el tío Muffin (“algo así como un aspirador humano”) y las consecuencias sociales que le acarrea. Divertida y ágil, esta obra escrita por Pedro Mañas e ilustrada por Víctor Rivas, está recomendada por su editora para mayores de 10 años.
A la vista, de Daniel Montero Galán.
Libre Albedrío, 2017, 52 páginas. 16,90 €
La Fundación Cuatro Gatos, que ha premiado esta obra en su edición de 2019, la describe como “una parábola ecológica que invita a observar los detalles de las ilustraciones, a seguir el desarrollo de la trama y construir la historia”. Así, este libro cargado de preguntas silenciosas, funciona también como un juego, un laberinto que enreda a los personajes en esa isla en principio idílica, pero que se ve condicionada por la intervención de los humanos. Se trata, como adelanta la sinopsis de su editorial, Libre Albedrío, de una divertida historia en la que Daniel Montero Galán habla –sin palabras y con estupendas ilustraciones– de la necesidad de cuidar el planeta y de construir de forma sostenible.
Me llamo Pecas, de Raquel Díaz Reguera.
NubeOcho, 40 páginas, 14,90 €
“Jugar al fútbol es de niños”. “Jugar a los cromos es de niñas”.
–¿Ah, sí? ¿Hay juegos de niños y juegos de niñas? –pregunta Pecas–. ¿Por qué?
Y no espera respuesta, porque no la hay.
Así, una tras otra, las distintas situaciones con las que se enfrenta cada día Pecas, protagonista de este álbum ilustrado –desde la ropa con la que se viste a los motivos que escoge para dibujar– llevan la etiqueta de estar destinada a niños o a niñas. Pero ninguna de esas etiquetas va acompañada de una explicación convincente y sobre eso es sobre lo que hace reflexionar este libro de Raquel Díaz Reguera, autora que también se ha fijado en la discriminación por género en Cuando las niñas vuelvan alto o Las niñas serán lo que quieran ser (Lumen y Beascoa, respectivamente) y ha recuperado la historia de Clara Campoamor y su logro para que la mujer votara (Nubeocho). También es autora de Abuelos de la A a la Z, que incorporamos a nuestra selección de libros sobre abuelos. Me llamo Pecas (para más de 5 años) forma parte del catálogo de NubeOcho, editorial en la que merece la pena bucear en busca de valores y de formas sugerentes y atractivas de pensar, por ejemplo, en el acoso escolar (¿Qué le pasa a Uma? y ¿Qué le pasa a Nicolás?, también de la mano de Díaz Reguera.)
FUENTE: ESTANDARTE